La fidelidad es cumplir con las promesas. Una persona fiel no traiciona la confianza del otro. Antes bien, cumple lo que promete a pesar de los cambios en las ideas, las convicciones, las circunstancias y los sentimientos, que pudiera provocar el tiempo. El egoísta es infiel porque únicamente le interesa su propio bienestar aunque tenga que poner en juego la felicidad ajena. Pero el que ama de verdad es fiel porque su entrega al otro lo hace salir de si mismo. En muchas culturas y religiones las personas infieles eran castigadas brutalmente. Es más, hasta era castigada con la pena de muerte. Ahora, lo que pasa es que vivimos en una sociedad permisiva y hedonista, donde los valores morales están desvalorizados y los seres humanos se han deshumanizado.
La persona fiel esta dispuesta a cumplir sus promesas porque juzga como óptimo atenerse a valores. En la pareja la fidelidad se refiere a una promesa, explícita o implícita, de entregarnos exclusivamente a una sola persona. Ser fiel es decidir crear la vida conforme al proyecto preestablecido en el acto de la promesa. La fidelidad, por lo tanto, es abandonar el egoísmo y dejar de lado la mentira. Para que una pareja tenga buen pronóstico es necesario que se promueva la fidelidad. Un psiquiatra dijo que “para evitar los deseos de ser infiel es necesario no ponernos en situaciones de riesgo, evitar momentos en los cuales uno no puede fugarse de esa fidelidad”.
El sociólogo Zygmunt Bauman en su ensayo Vida de consumo, dice que la sociedad actual, en su fase de modernidad líquida, condiciona y diseña las vidas de los sujetos centrándose en sus particularidades como consumidores. Con el advenimiento de la modernidad líquida, la sociedad de productores es transformada en una sociedad de consumidores. Y en esta sociedad descrita por Bauman las relaciones de pareja también se han convertido en relaciones comerciales. Entonces, en un contexto donde predomina el interés y el individualismo , un romance, un resbalón, una aventura, designan una falta de compromiso con el otro. La relaciones de consumo puede parecer agradables al principio, pero con el tiempo pueden acabar con un matrimonio, con la familia, provocando en ocasiones un desequilibrio emocional difícil de superar, el cual aún superado deja secuelas indelebles.
La fidelidad, es por lo tanto, un valor incuestionable. Y mucho más en esta época de modernidad líquida, donde no hay nada sólido y mucho menos personas sólidas. La fidelidad es un valor que beneficia no solo a la pareja sino también a las amistades, los familiares, los compañeros de trabajo, etc. La fidelidad es un compromiso que asumimos voluntariamente, cultivando un vínculo, protegiéndolo y enriqueciéndolo, cuidando nuestra integridad y dignidad humana. La fidelidad garantiza un ambiente de seguridad emocional, psicológica, estableciendo la confianza mutua, favoreciendo el crecimiento integral de la pareja, promoviendo la armonía y comunicación sincera. Por extraño que pueda parecer, la fidelidad es anterior a la relación misma; debemos conocer y descubrir realmente lo que buscamos y estar pre-dispuestos a darnos al otro. La rectitud de intención nos ayudará a superar el egoísmo y hacer a un lado los intereses egoístas.
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